lunes, 11 de mayo de 2009

Tu lecho calcinado

-¿Cómo estás?- dijo
-¿Qué esperas que responda a esa maldita pregunta?-dije
-No lo sé, no necesitas molestarte, sólo era mi curiosidad rascando mi conciencia.
-Tu curiosidad... deja de comportarte como un gato, que ya no te aguanto-dije
-Cada día eres un individuo más violento y agresivo, terminarás lastimándote. Tus sueños son estúpidos y sin sentido; continúas gritando insultos a todas las personas y bebiendo como una bestia.
-No puedo olvidar su rostro.
-¿Y por eso te comportas así?
-Sí.
-Es mentira. Sólo buscas una excusa para mantenerte estupificado, ahogado, con esos nudillos sangrando.
-Esque ya no soporto tu rostro tampoco.-dije
-Ahora mira la hora, es demasiado tarde para tí, no lograrás alcanzarle. Mi cara no es ninguna razón suficiente para motivar a alguien o algo a una respuesta como la que tú tomas-respondió
-Siempre es muy tarde para todo.
-Lo es en este momento.
-Tu cara terminará conmigo, en el desgraciado momento en que me atrevo a pararme frente al espejo, sé muy bien que cobrarás todas las noches que te he arrebatado de las manos porque son mías, pero te aferras a creer que compartimos la vida, te aferras a insistir en que me conoces, no eres más que aquél que me mira a través del espejo, eres nada para mí.
-Soy sólo yo, reconóceme.-dijo
-Reconócete a tí mismo, yo no estoy dispuesto a hacerlo.
-Lo haré esta noche, con tus manos sucias y tu lecho calcinado, te recordaré quiénes somos.