viernes, 6 de junio de 2008

No sé

No sé. El ser dentro de mí, ese que sólo se mostraba a través de mis dedos, se ha ido. No dijo adiós, dijo nada. Sólo desperté y no estaba allí.
Quiero comer mis dedos, triturarlos y escupirlos, porque permitieron que escapara de mí, tal vez para siempre.
Le buscaré.



No está. Comienzo a detestar mi existencia sin él. No reconozco mi cuerpo al tocarlo, es tan frío, tan vacío. Lo odio. Me da asco vivir dentro de él, es ajeno, pierdo tan fácil su control, depende de tanto. Soy tan ignorante, tan mediocre.
Y observo. Nada parece satisfacerme, nada lo hace. Todo el ruido me traga sólo para descartarme. Se llama silencio, y se ha ido.No hay más. No aquí.


Está contigo, se ha ido en tu tacto, en las miradas que me has robado. En las bestias dentro de mí que has domado. En lo que ahora soy: un esclavo reducido.

Reducido. A todo lo que deseo, a todo lo que quiero. Y al fin lo tengo, en tí.