jueves, 26 de marzo de 2009

El carbón y los cerdos

Me sorprendí.





-Entonces pensé en que podría hacer cosas bonitas con mi manera de hablar-dije
-¿Qué te hizo pensar eso?
-Puedo manipular el aire, puedo quitártelo y matarte.
-Y yo puedo convertir a las personas en estatuas de carbón, después obligarlas a caminar, actuar como humanos y forzarlas a alimentarse de fetos porcinos.-respondió
-No puedo creerte.
-Yo tampoco te creo, imbécil.
-Puedo probar que lo que digo es cierto. ¡Yo puedo!
-Sólo un puñado de nosotros se atreve a intentarlo.
-Yo seré el dedo inicial.
-No tardes demasiado, por favor.
El aire y sus ondas se reducían, al igual, su vida iba en descenso por el camino sin suelo. No fue suficiente, el aire fue mayor a su deseo, sólo fue hecho cierto en un pequeño momento.
-Lo siento, las decisiones tomadas por alguien más sobre tu deseo, la incertidumbre de qué hubiera pasado, te llevarán a olvidar tus nombres, tu sexo y tu aroma. Es inevitable, ahora te conducirás bajo mi pensamiento.-dijo
El carbón y los cerdos fueron su vida, en cualquier momento la mía.